Adiós a la soltería: Mi vida de «casi casada»
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Hace 3 meses dije adiós a la soltería y empecé a vivir con mi novio. Hoy empiezo esta sección en la que te contaré mis experiencias de mujer «casi casada».
Sí, es oficial, adiós a la soltería. Y la verdad es que se va sintiendo bien. Siempre he sido amante de la libertad y pasé más tiempo sola del que pasé acompañada, así que el cambio en mi estilo de vida ha sido todo un reto.
Debo ser sincera y decir que me ha costado muchísimo adaptarme al «nosotros». Entiendo bien que la individualidad no debe perderse pero llegar al equilibrio entre una cosa y otra no es cosa sencilla.
Es curioso lo que una llega a hacer por el bienestar común… ¿Cuándo iba yo a ponerme a cocinar cual ama de su casa? Si yo sólo usaba la estufa para hacer huevos con jamón.
¿Ir al súper con lista en mano para administrar los recursos de la casa? ¡Jamás! Si tecleando «Cocinita» en mi celular tenía comida lista, rica y calientita para comer súper a gusto.
¿Y la criatura? dirán ustedes. Pues bien, mi hijo come en la escuela, así que sólo debía preocuparme por lo comía yo.
-¿A dónde vas?- es otro de los temas interesantes en esta nueva vida de «casi casada». -¡¿Qué te importa?!- es lo que la Arhelita independiente, feminista y libre quiere responder… ¿Lo hermosísimo de esta parte? ¡Que de verdad le importa! Awwww. Y no, no es control, es interés.
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Sí, ha sido complicado. ¿Por qué? Porque poco a poco, me he dado cuenta que no estaba acostumbrada a que me quisieran de verdad… O estaba cerrada a que alguien lo hiciera.
¿Es eso posible? Pues sí. A veces, por las malas experiencias en el amor, una se pone caparazón para no volver a sufrir pero, ¿quién dice que el amor es todo felicidad siempre?
También suele suceder que confundimos el amor con dependencia emocional… O con buen sexo.
¿El peor de los escenarios? No sentirnos merecedoras de amor por «no ser suficientes». No, mi gorda. Una vale lo mismo que cualquier otra mujer. Somos hermosas a nuestro modo y tenemos mucho que dar en una relación.
Por mi parte, dejé de pensar que «no sirvo para esto de las relaciones». Me he dado cuenta que poniendo un poquito de mi parte, cediendo otra pizca y hablando claro lo que pienso y siento, las cosas pueden funcionar.
Claro que no es fácil. Si el convivir con la familia que conocemos de toda la vida es difícil; hacerlo con un completo extraño que tiene otra forma de vida y otras costumbres, lo tiene que ser más.
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Por lo pronto, ya acepté que viviré por mucho tiempo (o quizá toda la vida) poniendo en su lugar los zapatos que ÉL deja en la sala, las escaleras, el pasillo, la puerta, al lado de la tele y debajo de la cama.
… Y bien vale la pena por ese rico beso que me da cada vez que llega a casa.
Y tú, ¿qué hiciste cuando dijiste adiós a la soltería ? Si tienes tips para mi vida de «casi casada», ¡déjalos en comentarios abajo! Te lo agradeceré millones.
Te mando muchos besos, ¡gracias por leer!
Arhe Molina
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